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La Dra. Chinchilla-Soto es una agrónoma multifacética que se centra en la importancia de las relaciones humanas.
La Dra. Cristina Chinchilla-Soto es la directora del Centro de Investigación de Contaminación Ambiental, (CICA), adscrito a la Universidad de Costa Rica (UCR). Ella realiza investigaciones relacionadas con la relación suelo-planta-atmósfera, eficiencia en el uso del agua y flujo de carbono a través de agroecosistemas. Ella enseña el curso de Agroecología y Fisiología de Cultivos en el Departamento de Agronomía de la UCR.
En el salón de clases, como estudiante
Cristina eligió Agronomía como su especialidad en la UCR porque quería una carrera en la que no estuviese limitada a una oficina. Al principio se inclinaba hacia una especialización en Biología, pero después de elegir Agronomía supo que fue la decisión correcta. “La agronomía es biología aplicada”, dijo. Continuó estudios graduados en el programa de Ciencias Agrícolas y Recursos Naturales, especializándose en Ciencias del Suelo en la UCR. Durante su maestría, trabajó en el Programa de Ecofisiología de la Estación de Investigación Agrícola de la Escuela de Agronomía y se dio cuenta de que sus dos pasiones eran la Agronomía y las Ciencias del Suelo. Durante el final de su maestría, trabajó como Gerente de Calidad en CICA, un trabajo no relacionado con la agricultura, pero luego se trasladó a seguir su grado doctoral en Ciencias Atmosféricas y Ambientales de la Universidad de Edimburgo en el Reino Unido.
Un cambio de mentalidad
Mientras vivía en Escocia durante su doctorado, Cristina aprendió a equilibrar su carga laboral y personal. Su mentor le aconsejó tener un horario de trabajo y que no se sobrepase de lo estipulado. Esto le permitió explorar otras cosas como el servicio comunitario. “Cuando hacemos cosas por los demás, nos ayuda a manejar nuestro estrés”, expresó. Fue entonces cuando se dio cuenta de la importancia de tener una vida fuera de la academia.
“El estilo de vida que aprendí en Escocia fue contraproducente con lo que me habían enseñado para ser una científica exitosa, es decir, trabajar sin parar, incluso los fines de semana. El servicio comunitario me ayudó a comprender que no se trata solo de mí y de mi trabajo, sino también de les demás."
Cristina enfrentó dificultades económicas para ingresar a su programa doctoral. Por ejemplo, no pudo trabajar en el proyecto que inicialmente quería; sin embargo, esta experiencia la llevó a reestructurar un nuevo proyecto de investigación. Su investigación doctoral fue financiada gracias a la Beca L'Oreal-UNESCO para Mujeres en las Ciencias. realizó parte de su proyecto en su país, Costa Rica, que resultó ser un mejor plan.
“Cuando realmente tenemos una pasión, la perseguiremos pase lo que pase. A veces, la vida misma cambia el plan que tenemos en mente, pero eso no significa que no saldrá bien.”
El salón de clases, como profesora
Después de que Cristina terminó su doctorado, regresó a la UCR y comenzó a enseñar con el Dr. Marco Gutiérrez, probablemente uno de sus primeros mentores y pasados profesores. Ella quería enseñar de la misma manera que él, pero se dio cuenta de que cada persona tiene un estilo particular de enseñanza.
“Tenemos que desarrollar nuestro estilo, como profesores y profesoras e investigadores e investigadoras. Es genial tener mentores y mentoras, ser inspirada y querer ser como elles, pero cuando imitamos a les demás, dejamos de ser nosotres mismes”, dijo.
Cristina admitió que la enseñanza aplicada es lo que realmente la mueve, por eso le encanta el trabajo de campo y las excursiones de su curso de Agroecología. “Las excursiones son hermosas. Me encanta estar al aire libre y sentir la tierra con las manos. Es un momento en el que puedo liberarme del estrés mientras estoy en el trabajo”, dijo. Sin embargo, asesorar a les estudiantes graduades y guiarlos a través de sus proyectos de investigación le da la mayor satisfacción.
“Ver a mi primera estudiante graduada defender su tesis me llenó de gran orgullo. ¡Me sentí como su mamá! Fue uno de los mejores momentos de mi carrera.”
Nuevas responsabilidades, nuevos desafíos
En medio de la pandemia, la Dra. Chinchilla-Soto se convirtió en directora del CICA. Ha sido un desafío equilibrar su nuevo puesto, sus proyectos de investigación, sus estudiantes y adaptarse a los cambios causados por la pandemia de COVID-19. A diferencia de antes, su carga de trabajo como directora es principalmente administrativa. Ella intenta mantener el "estilo de vida escocés", pero ha sido problemático. Sin embargo, todavía se dedica tiempo a sí misma haciendo yoga y tomando clases de violín. Además de nutrir su lado musical, ella siente que la pandemia le ha dado una enseñanza sobre la familia.
“A veces, preocuparse por los demás puede resultar gratificante. Con la pandemia de COVID19 disfruté estar más cerca de mis padres. Tendemos a olvidar lo valioso que es esto cuando trabajamos todo el tiempo. Creo que la pandemia está tratando de enseñarnos que a veces simplemente tenemos que dejar de trabajar y concentrarnos en la familia."
Las viejas costumbres en la sociedad moderna
Recientemente, el programa de agronomía de la UCR cambió su modus operandi; pasó de lo teórico a lo más práctico. Las alumnas están ahora más expuestas a los aspectos físicos del campo, lo que puede representar un esfuerzo institucional para cambiar el pensamiento general erróneo de que las mujeres no pueden hacer agricultura porque carecen de fuerza física. Esto hizo que Cristina reflexionara sobre lo que la primera generación de mujeres en ciencias agrícolas enfrentó como estudiantes.
“Creo que las mujeres en el pasado tenían más dificultades como estudiantes de agricultura que nosotras hoy”, dijo. Antes, no había tantas campañas para crear conciencia sobre los derechos de las mujeres como ahora.
Con el tiempo, han aumentado, pero aún queda trabajo por hacer. Educarnos sobre estos temas nos ayuda a ser conscientes y a levantar la voz”.
A diferencia de la generación de Cristina, ella notó que hoy casi la mitad de la población de estudiantes de agronomía en la UCR son mujeres. Observó una tendencia similar con las agricultoras, que ahora ocupan más roles de liderazgo en las granjas que antes. Esto trae esperanza de que las viejas formas están comenzando a cambiar lentamente. Sin embargo, el sexismo sigue presente.
“Imagina que vas al campo y estás con un conductor masculino que no sabe nada de agricultura, y el agricultor elige hablar con el conductor porque es un hombre. Estos son los momentos en los que necesitamos hablar y decir: aquí soy el profesional y merezco respeto."
Palabras de la sabiduría
El apoyo de los modelos femeninos de Cristina le ha impedido sentirse limitada como minoría dentro del campo. Una de ellas es la Dra. Elizabeth Carazo Rojas, antecesora de Cristina en CICA, y la otra es la madre de Cristina, quien dio el ejemplo de mujer trabajadora. Cristina valora profundamente las relaciones humanas. Ella las defiende firmemente, especialmente en entornos académicos donde la intensa carga de trabajo tiende a distanciarnos de los demás.
Cristina no se ve a sí misma haciendo un gran avance científico, especialmente ahora que no es una investigadora a tiempo completo. Para ella, lo que importa son los momentos en los que siente que ha tenido un impacto positivo en otra persona. Ella desea inculcar en otros el valor de la agricultura porque es una disciplina que impacta diariamente a la humanidad a escala local y global.
"Dependemos de la agricultura para todo lo que comemos."
Por último, desea agradecer a su alma mater, la Universidad de Costa Rica, por su desarrollo profesional y apoyo financiero a lo largo de su carrera, así como a la Universidad de Edimburgo.
Puede contactar a la Dra. Cristina Chinchilla-Soto a través de:
Correo electrónico: cristina.chinchilla@ucr.ac.cr
¡Gracias por contestar su historia con nosotras, Dra. Chinchilla-Soto!
Te deseamos lo mejor.
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