En el sur de Ecuador, en la comunidad de Molino Huayco, Achik Zaruma, una mujer mindalae y educadora , se vincula profundamente con la tierra y los saberes ancestrales agrícolas. Desde joven, aprendió los secretos de la agricultura de sus abuelos, no solo técnicas de cultivo, sino también una conexión espiritual con la naturaleza.
¡Estoy emocionada de iniciar esta serie de entrevistas de mujeres agrícolas que fusionan sus saberes ancestrales con la agricultura! En un mundo cada vez más globalizado, estas voces y prácticas ancestrales son tesoros que merecen ser destacados y protegidos. Espero que estas entrevistas no sólo inspiren, sino también generen un diálogo significativo sobre la importancia de estas mujeres y sus contribuciones a la ciencia agrícola.
La educación de Achik Zaruma comenzó en la escuela comunitaria 20 de Agosto de Molino Huayco, donde recibió sus primeras enseñanzas escolares rodeada de su comunidad. Sin embargo, su comunidad no contaba con el nivel de educación de colegio ni bachillerato, por lo que, conforme avanzaba en sus estudios, Achik vio la necesidad de acceder a una educación más amplia. Por lo tanto, todos los días caminaba desde su comunidad hacia al colegio en el cantón El Tambo, donde pudo ampliar sus horizontes académicos. Más tarde, continuó su formación en un instituto, especializándose en naturopatía. En la actualidad, su búsqueda de conocimiento la ha llevado a explorar los saberes ancestrales y la alimentación comunitaria, enriqueciendo así su comprensión de nuestras tradiciones y su relevancia en el mundo moderno.
Impulsada por una profunda curiosidad por los saberes ancestrales y la medicina tradicional, su viaje educativo la llevó a la Universidad Amantay Wasi, donde encontró un espacio perfecto para explorar sus intereses. Esta institución se dedica al estudio y la preservación de las tradiciones indígenas. Allí, Achik tuvo la oportunidad de sumergirse en un mundo de conocimiento ancestral. Sus estudios en Amantay Wasi no sólo ampliaron su comprensión de las prácticas medicinales de nuestros antepasados, sino que también le permitieron conectar con una comunidad de académicos y practicantes, comprometidos con la preservación de su herencia cultural.
Fomentando la difusión de las semillas nativas a través del trueque
Achik motivada por el trueque como medio para difundir los beneficios de las semillas nativas y preservar el legado cultural, enfrentó diversos desafíos. Inicialmente, intentó educar a los niños de su comunidad sobre la quinoa, pero muchos lo rechazaron por desconocimiento. Al intentar vender el grano localmente, no encontró compradores. Sin embargo, Achik persistió y llevó su mensaje a ferias agroecológicas en varias ciudades ecuatorianas. Esta experiencia la impulsó a cofundar la primera feria agroecológica en Quito, promoviendo el diálogo entre el campo y la ciudad y cultivando la conciencia del consumidor. Su activismo atrajo a otros profesionales del ámbito agroecológica y juntos crearon el restaurante "Quinoa Saludable", consolidando su compromiso con una alimentación nutritiva y sostenible.
En el restaurante, reúne una amplia variedad de productos provenientes del campo, de su comunidad y de agricultores comprometidos con el cuidado de sus tierras y cultivos. Su misión es salvaguardar las semillas de los diversos pisos agroecológicos, desde granos hasta tubérculos, verduras y plantas andinas emblemáticas como la quinua. El nombre " Restaurante Quinoa" refleja nuestro compromiso con la promoción de un estilo de vida más saludable a través de la alimentación consciente y la preservación de las tradiciones ancestrales. Este establecimiento no solo ofrece productos naturales y semillas, sino también talleres y menús que celebran la diversidad y la riqueza de nuestra tierra.
El amaranto, la semilla que transformó su vida
El amaranto, una planta ancestralmente valorada por su riqueza nutricional y su versatilidad culinaria, pero para Achik se convirtió en un símbolo de compromiso con la preservación de las tradiciones y la promoción de la salud comunitaria. En su búsqueda por entender, asumir la responsabilidad y transmitir el mensaje de conservar las semillas nativas, se encontró con plantas de amaranto, que eran vistas como malas hierbas en el huerto. Sin embargo, ella decidió recuperarlas, sembrarlas y regarlas, a pesar de las risas y burlas de quienes no entendían su valor.
Transformó este acto en un ritual , sembrando las semillas con intención y propósito. Aunque inicialmente las cosechas fueron modestas, el impacto de estas trascendió lo físico, por lo que nos comenta Achik:
“las semillas se multiplicaron en sueños, en personas y en conexiones profundas que enriquecieron mi vida. Esta experiencia no solo me ha permitido cosechar miles de semillas de amaranto, sino también me ha abierto puertas, he viajado, he conocido personas y he recibido mensajes que han llenado mi corazón de gratitud y alegría”.
El amaranto se ha convertido así en un vínculo tangible con su misión de preservar la sabiduría ancestral y promover un estilo de vida saludable en su comunidad.
Achik ha tenido la oportunidad de participar en intercambios académicos enriquecedores, como el realizado con la Universidad de Oregón, donde junto a otros investigadores ecuatorianos, exploraron nuevos horizontes y establecieron vínculos con la comunidad académica. Además, ella ha compartido su experiencia en encuentros internacionales, en Perú, Bolivia y México. Estos encuentros han sido espacios inspiradores que le han permitido sentirse parte de una comunidad global comprometida con la preservación de sus tradiciones y la construcción de un futuro sostenible.
Empoderando a mujeres a través de la conservación de las semillas
Uno de los aspectos más destacados del trabajo de Achik es su enfoque en el papel de las mujeres en la conservación del conocimiento ancestral y la promoción de una alimentación saludable. Reconociendo el papel crucial que desempeñan las mujeres en muchas comunidades indígenas como guardianas de las semillas y las tradiciones culinarias, Achik se ha dedicado a empoderar a las mujeres para que se conviertan en líderes en sus propias comunidades.
A través de su dedicación y pasión, Achik Zaruma está dejando un legado duradero, inspirando a otros a preservar y valorar las riquezas de la tierra que está ligado a las culturas indígenas para las generaciones futuras. Su vida es un testimonio viviente de la capacidad de una persona para marcar la diferencia, no solo a nivel local, sino también a nivel internacional.
En las palabras de Achik:
"Nuestra conexión con la tierra es nuestra fuerza, y juntos, podemos cultivar un futuro más saludable y sostenible para todos".
Achik conecta la cocina con el espíritu
"Descubrir el placer en la cocina tradicional ha sido para mí más que una tarea investigativa; es una experiencia de conexión con nuestras raíces. Preguntar a los mayores sobre recetas olvidadas y disfrutar cada paso del proceso culinario se ha convertido en una forma de celebrar nuestra cultura. Comprendí que cocinar no es una obligación, sino una oportunidad para conectar con la tierra y nuestras tradiciones de manera genuina y disfrutable."
Información sobre la autora
Janeth Bonilla Andrade es especialista agrícola en una institución financiera, enfocándose en la región norte y central de Ecuador. Su trabajo implica desarrollar estrategias y soluciones agrícolas que apoyen a lxs agricultores de estas áreas. Paralelamente, es la co-fundadora y vicepresidenta de la Fundación Kichwa Institute of Science, Technology, and Humanities (KISTH). La fundación se dedica a impulsar proyectos sociales en ciencia y tecnología dirigidos a comunidades, integrando y valorando conocimientos ancestrales en cada iniciativa. Sigue a Janeth en Instagram @janethbonilla4.