Traducido por: Alejandra Chang Colón
Puedes leer el artículo en inglés aquí.
Lxs científicxs no están segurxs de dónde específicamente surge el nuevo coronavirus SARS-Cov-2, pero se cree que el brote de COVID-19 podría rastrearse hasta los mercados de animales vivos comunes en Asia y que probablemente el virus provenga de un murciélago, definitivamente no de un laboratorio. A medida que los países del mundo continúan luchando contra la pandemia de COVID-19 en curso, la importancia de los estudios de salud pública y, más específicamente, aquellos centralizados en la salud pública global, son más relevantes que nunca. Aquí es donde entran lxs científicxs de animales.
La Sociedad Estadounidense de Ciencia Animal (ASAS, por sus siglas en inglés) define este campo de estudio como "relacionado con la ciencia y el negocio de la producción de especies de ganado doméstico, que incluyen pero no se limitan a ganado de carne, ganado lechero, caballos, aves de corral, ovinos, caprinos y cerdos”. Además, “un científico animal aplica principios de las ciencias biológicas, físicas y sociales a los problemas asociados con la producción y el manejo del ganado”. Por lo tanto, lxs científicxs animales no sólo son responsables de comprender la ciencia detrás de ‘cómo?’ y ‘¿por qué?’, sino también deben ayudar a educar y comunicar de manera efectiva la importancia de prácticas de manejo adecuadas a través de distintos contextos culturales y socioeconómicos.
¿Qué es una zoonosis?
La Organización Mundial de la Salud (OMS, WHO) define una zoonosis como "cualquier enfermedad o infección que es naturalmente transmisible de los animales vertebrados a los humanos". Estas infecciones pueden ser de origen bacteriano, viral o parasitario y muchas de ellas podrían tener un efecto adverso tanto en la salud humana como animal y, posteriormente, en la producción animal.
La transmisión de enfermedades zoonóticas de animal a humano se produce a través de tres vías principales: contacto, consumo y vectores. La transmisión puede ocurrir a través del contacto directo o indirecto con lesiones activas, fluidos corporales o desechos como la tiña (¡que en realidad es una infección por hongos!) o endoparásitos como lombrices intestinales o anquilostomas. Otra vía de transmisión podría ser en el caso de alimentos o agua contaminados, como es el caso de la infección por trichinella y encefalopatía espongiforme bovina (EEB, Bovine Spongiform Encephalopathy (BSE)) comúnmente conocida como enfermedad de las vacas locas después de los brotes de los años 80 en el Reino Unido. Sin embargo, la EEB es diferente de un virus o una enfermedad bacteriana, ya que es causada por un prión y se produce al consumir carne de res infectada, lo que resulta en una enfermedad neurodegenerativa. El problema con los priones es que no solo pueden sobrevivir en superficies y pisos durante largos períodos de tiempo, sino que permanecen activos incluso cuando se calientan durante la cocción. Los animales que incluso se sospecha están infectados por la EEB no se utilizan para el consumo humano ni para la alimentación animal y se retiran del matadero.
Por último, una de las vías de transmisión más comunes, es la propagación por medio de vectores. Según la OMS, "las enfermedades transmitidas por vectores representan más del 17% de todas las enfermedades infecciosas, provocando más de 700.000 muertes al año". Algunos ejemplos de enfermedades transmitidas por vectores de las que quizás haya oído hablar son las enfermedades virales como el dengue, la malaria, el chikungunya y el zika, que se transmiten por especies de mosquitos en las regiones tropicales (Aedes aegypti) o la fiebre maculosa de las Montañas Rocosas (Rocky Mountain Spotted Feve), causada por la bacteria Rickettsia rickettsii, que puede ser transmitido por garrapatas en regiones más templadas. Quizás se pregunte, ¿cuál es exactamente la diferencia entre un vector y un hospedero o huésped ? Bien, los vectores transmiten o portan la enfermedad infecciosa, mientras que los huéspedes son organismos que albergan otros organismos, ya sea en una relación parasitaria o simbiótica. En el caso de COVID-19, por ejemplo, lxs humanxs son el anfitrión mientras que el murciélago acusado es el vector.
Las interacciones patógenas animal-humano son un campo de estudio increíblemente esencial, ya que el consumo de carne en el mundo ha movido la producción de alimentos y animales para alcanzar una escala cada vez mayor cada año. Estas grandes granjas de producción y mercados de animales vivos, si no se manejan adecuadamente, podrían proporcionar el entorno perfecto para la mutación y propagación de estas enfermedades zoonóticas en lo que se conoce como "desbordamiento". Ya lo hemos visto suceder con la pandemia de gripe aviar de 1918, así como con las epidemias de SARS (2003) y MERS (2012) y actualmente lo estamos viviendo en tiempo real con la pandemia de COVID-19 que comenzó a finales de 2019.
El desbordamiento se produce en escenarios en los que los animales se confinan muy cerca y en constante contacto con los seres humanos, como granjas, mataderos y mercados de animales vivos. Estos escenarios son particularmente beneficiosos para el patógeno cuando hay varias especies juntas. Con una cantidad tan grande de posibles huéspedes, un virus tiene más oportunidades de replicarse y mutar hasta que finalmente adquiere la capacidad de infectar a lxs humanxs. La infección en un ser humano sólo se considerará exitosa si el virus muta y en el proceso desarrolla la capacidad de adherirse y replicarse en células humanas. Además, para que se propague entre lxs humanxs, también debe adaptarse para ser transmisible sin matar al huésped humano. En la producción animal, especies como las aves de corral y los cerdos a menudo se consideran huéspedes originales de estos patógenos, llegando incluso a referirse a veces a los cerdos como “recipientes de mezcla” para estas enfermedades. Sin embargo, estos huéspedes originales tienden a mostrar cierta inmunidad a ellos, pero no se transfiere a los humanos ni a otras especies. La identificación y el rastreo de la fuente de estos virus, como el caso de la influenza que se remonta a las granjas avícolas, o el SARS-Cov-2 que se rastrea a los murciélagos en los mercados de animales vivos, pueden ayudar a los científicos de animales y epidemiólogos a predecir tendencias y legislar en consecuencia respetando las diferencias culturales y socioeconómicas. a nivel mundial.
¡Prevención! ¡Prevención! ¡Prevención!
En lo que respecta a nuestras granjas, ¿hay algo qué podamos hacer para prevenir estos brotes en nuestro propio "patio trasero"? ¡Si! Primero, podemos luchar por mejores y más estrictas medidas de bioseguridad cuando estamos en contacto cercano con animales. La bioseguridad en un escenario de interacción animal-humano se refiere al conjunto de protocolos y controles que ayudan a proteger tanto la salud de los animales como de los humanos al prevenir la propagación de patógenos y enfermedades en la granja y entre las granjas. Estas medidas incluyen mantener buenos registros, practicar una buena higiene, incluyendo la ropa, los zapatos y los vehículos, las áreas de trabajo desde lo más limpio hasta lo más sucio, limpiar y desinfectar las superficies de trabajo con frecuencia mientras se utilizan los productos adecuados, entre otros muchos pequeños cambios que pueden marcar una gran diferencia. en términos de seguridad sanitaria. También podemos movernos hacia un modelo de cultivo de menor escala para que los animales no se alojen tan cerca unos de otros, manteniendo los animales de diferentes especies separados entre sí y también educar al personal que trabaja con estos animales sobre el papel que desempeñan en la diseminación de estos patógenos en el lugar de trabajo y hogar. Recuerde, ¡prevenir una enfermedad siempre será preferible a tratar una enfermedad!
One Health y lo que significa para la agricultura
Con una población mundial en constante crecimiento y un sistema de producción de alimentos basado en la agricultura intensiva a gran escala, no podemos hablar de salud pública sin incluir a la industria de productos animales en la conversación. ¡Es por esto que las carreras en ciencia animal dentro del espectro de la salud pública pueden ser muy amplias! Un científico animal puede seguir carreras como DVM, muchas universidades ofrecen un programa de DVM/MPH, como las de la iniciativa One Health; así como carreras en áreas de investigación como Patología, Epidemiología, Inmunología, Ciencia de los Alimentos, Genética, Biología Molecular y más. One Health ha sido próspera con la idea de que nuestras acciones influyen entre sí y sobre la tierra.
Cuando se habla de salud, y específicamente de la política de salud pública, se hace más fácil tomar decisiones correctas dentro de la industria alimentaria y la investigación basada en animales a medida que comenzamos a ver la salud animal y la salud humana como una relación continua en lugar de dos áreas de estudio completamente separadas. Nosotrxs, como humanxs, no solo damos forma al bienestar de estos animales, sino que también damos forma al nuestro en el proceso a medida que nos volvemos más conscientes de los productos animales que producimos y consumimos. Al avanzar hacia un modelo agrícola más pequeño y sostenible, podemos influir positivamente en nuestras comunidades, mientras cuidamos nuestro planeta y nos cuidamos unos a otros en nuestra misión de prevenir futuros brotes y lograr la seguridad alimentaria para todxs.
Referencias:
Boni, M.F., Lemey, P., Jiang, X. et al. Evolutionary origins of the SARS-CoV-2 sarbecovirus lineage responsible for the COVID-19 pandemic. Nat Microbiol (2020). https://doi.org/10.1038/s41564-020-0771-4
Spickler, Anna Rovid. 2016. Bovine Spongiform Encephalopathy. Retrieved from http://www.cfsph.iastate.edu/DiseaseInfo/factsheets.php.
Pluhar, E. (2009). Meat and Morality: Alternatives to Factory Farming.Journal Of Agricultural And Environmental Ethics,23(5), 455-468. https://doi.org/10.1007/s10806-009-9226-x
Collins, J. D., & Wall, P. G. (2004). Food safety and animal production systems: controlling zoonoses at farm level.Revue Scientifique et Technique-Office International des Épizooties,23(2), 685-700.
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